Breve esbozo de esta evolución histórica
EL MUNDO CLÁSICO: NUESTRAS RAÍCES
La civilización Occidental hunde sus raíces en el Mundo Clásico y, Sevilla, nuestra bellísima urbe protagonista, es innegablemente heredera de su legado cultural e histórico.
La Grecia Antigua es la que da el pistoletazo de salida a nuestra cosmovisión (filosofía, metafísica, lógica), a nuestras ciencias (matemáticas, física, astrofísica...) y a nuestras Artes (escultura, pintura, literatura...). La Roma Antigua, que la toma como modelo, le da su sello propio y la enriquece con sus aportaciones.
En la arquitectura se da la conjunción de las ciencias de base matemática y las Bellas Artes. A lo largo de la historia los muros de nuestros edificios monumentales más emblemáticos se han revestido, en mayor o menor medida, de una ornamentación pictórica o escultórica, lo que algunos autores llaman su piel. Actualmente, sin embargo, la arquitectura se ha deshumanizado, como afirmó Ortega y Gasset de las Artes en general. Y las consecuencias de ello han derivado en un concepto hiper-industrializado donde cualquier toque humanizador se ha dejado de lado, pues impera el minimalismo y la inmediatez.
Hoy día, vemos una estructuras con volúmenes simplificados de formas cubistas. Se quieren las construcciones acabadas en cortos periodos de tiempo para su rápida rentabilidad económica y se ha perdido ese gusto por las obras que requieren una gran laboriosidad y la participación de varias generaciones. Se ha perdido ese sentido de trascendencia y tradición del Arte con mayúsculas, con su vocación de Eternidad. Triunfa lo efímero, lo fugaz.
Siempre, detrás de una nueva manera de concebir la arquitectura hay una nueva cosmovisión, una reinterpretación de la Historia, un nuevo mundo que se construye con otros patrones geométricos junto con otros nuevos conceptos estéticos y éticos, un nuevo enfoque de lo físico y de lo metafísico.
Hasta llegar a lo que hoy vemos en nuestra arquitectura hay caminos que se han recorrido y hay sendas que se han abandonado. Vamos a ver muy someramente unas pinceladas muy esbozadas de lo que ha sido el devenir de la Arquitectura y su piel (su ornamento).
Como hemos visto antes, Europa y todo Occidente, hunde sus raíces en la Grecia y en la Roma de la Antigüedad. A grosso modo, podemos afirmar que la arquitectura en la Grecia Clásica era de líneas adinteladas (sin curvas), a lo que la Roma Clásica añade el empleo del arco de medio punto, las bóvedas de cañón (prolongación del arco de medio punto) y las cúpulas semiesféricas. La ornamentación de sus arquitecturas era de una belleza sublime, con exquisitos elementos ornamentales de realismo sublime con volumetrías y geometrías elaboradas, entre los que destacan las magníficas esculturas, las pinturas murales y los mosaicos.
Los órdenes de la arquitectura de la Grecia Antigua se clasifican tomando como principal referencia el estilo de las columnas y, especialmente, de sus capiteles. Por ello, hablamos de orden dórico, jónico y corintio. En la Roma Antigua, junto con estos estilos, convive el orden toscano (variación etrusca del dórico) y el orden compuesto (combinación de un capitel corintio coronado con un remate de estilo jónico).
El monumento más emblemático de la Grecia Clásica es el Partenón de Atenas. De la Antigua Roma, los monumentos más emblemáticos son el Coliseo, el Arco de Triunfo de Constantino y el Panteón de Roma, siendo el Panteón el mejor conservado de todos.
En España, algunas de las colosales obras del Imperio Romano que nos han llegado hasta hoy son: el teatro romano de Mérida, acueductos (Segovia, Mérida, Tarragona), puentes (Mérida, Alcántara, Córdoba...), arcos de triunfo (Roda de Bará, cerca de Tarragona), urbanismo (Itálica, cerca de Sevilla), templos (Munigua, cerca de Sevilla)...
LA SEVILLA DEL IMPERIO ROMANO: HAZ CLIC AQUÍ.
Los 5 órdenes clásicos (Academia Play): HAZ CLIC AQUÍ.
Introducción al Arte Romano (Auriga del Arte): HAZ CLIC AQUÍ.
Arco de Constantino en Roma (fotografía): HAZ CLIC AQUÍ.
Artículos con fotografías e infografías del Panteón de Roma:
Artículo (1ª parte) sobre el Panteón de Roma: HAZ CLIC AQUÍ.
Artículo (2ª parte) sobre el Panteón de Roma: HAZ CLIC AQUÍ.
Artículo y fotografías: HAZ CLIC AQUÍ.
Artículo (1ª parte) sobre el Panteón de Roma: HAZ CLIC AQUÍ.
Artículo (2ª parte) sobre el Panteón de Roma: HAZ CLIC AQUÍ.
Artículo y fotografías: HAZ CLIC AQUÍ.
Puente romano de Córdoba (fotografía): HAZ CLIC AQUÍ.
El emperador Constantino autorizó la práctica pública del cristianismo en el año 313, con el Edicto de Milán. Y, ya a finales del siglo IV, el Imperio Romano se había cristianizado por completo. Por eso, las primeras construcciones de grandes templos cristianos se datan en esta época. Se reaprovechan, entonces, antiguas basílicas para el culto cristiano y se construyen nuevas iglesias de planta basilical. Hasta entonces habían estado perseguidos y tenían que hacer sus celebraciones religiosas en lugares escondidos bajo tierra, las catacumbas.
LA EDAD MEDIA
Tras la caída del Imperio Romano de Occidente por la invasión de los bárbaros en el siglo V, empieza la Edad Media. En la Europa occidental se pierde esa unidad política y cultural, por lo que cada pueblo genera su propio estilo. En aquella época, la Alta Edad Media, se produce una ruptura no deliberada con el saber clásico, sino provocada por la destrucción de numerosas guerras entre los nuevos pueblos que son el germen de los actuales países europeos.
Durante la Edad Media, el Imperio Romano de Oriente o Imperio Bizantino sigue manteniendo la unidad territorial y, por ello, se convierte en el heredero de la cultura grecolatina y el más grande foco del saber de la Humanidad. Gracias a ello, se conservó la ciencia y el arte en torno a la megápolis de Constantinopla (antigua Bizancio, hoy Estambul), capital de este Imperio. El Imperio Bizantino sigue siendo muy poderoso y así lo manifiesta en obras colosales como la Basílica de Santa Sofia.
La Basílica de Santa Sofía (vídeo-ponencia): HAZ CLIC AQUÍ.
El impacto cultural del Imperio Bizantino en el resto de pueblos europeos es evidente aunque, como ya hemos apuntado antes, las continuas invasiones y contiendas bélicas los empobreció muchísimo no solo en lo económico, sino también en lo cultural. No obstante, a pesar de lo convulso de estos tiempos, destaca el resurgir de la cultura en la Hispania visigoda, quizás por su mayor contacto con Bizancio. En el siglo VI, el emperador bizantino Justiniano I reconquistó gran parte de los territorios mediterráneos del primer Imperio Romano, entre ellos, la Bética.
Un siglo después (siglo VII) florece culturalmente el Reino Visigodo, destacando como figura más relevante San Isidoro de Sevilla. No obstante, los vestigios que nos han quedado de su civilización nos revelan que en lo arquitectónico no hubo grandes aportaciones, sino un continuismo de la herencia romana con un estilo más rústico y simplificado, y sus construcciones eran de dimensiones muy discretas. La aportación más destacable de la arquitectura visigoda fue el empleo del arco de herradura, que luego se convirtió en seña de identidad de los monumentos andalusíes, y que admiramos hoy en la Catedral-Mezquita de Córdoba, especialmente en lo que fue la Mezquita Aljama de Abderramán I (756-788).
Híspalis paleocristiana y visigoda: HAZ CLIC AQUÍ.
Arquitectura de la Catedral-Mezquita de Córdoba: HAZ CLIC AQUÍ.
De los comienzos de los reinos cristianos de la Península Ibérica no han quedado muchas construcciones, pero en todas ellas podemos ver una arquitectura prerrománica muy humilde y rústica que sigue con la tradición visigoda. De esta arquitectura destaca la Iglesia de Santa Cristina de Lena en Asturias.
Santa Cristina de Lena (Auriga del Arte): HAZ CLIC AQUÍ.
En las iglesias prerrománicas, al igual que en las visigodas, el interior se dividía en dos espacios bien diferenciados: el lugar donde estaba la feligresía y el presbiterio (el lugar más sagrado donde se halla el altar). Para dar más notoriedad a esta separación, se añadía una barrera física y visual: el iconostasio, tras el cual el sacerdote oficiaba la Misa. Este elemento arquitectónico aún perdura en las iglesias cristianas orientales del rito ortodoxo.
En Occidente, tras la reforma gregoriana de la liturgia del siglo XI que tenía como fin volver a los orígenes del Cristianismo, se eliminaba dicha separación (el iconostasio) al concebir que la celebración de la Eucaristía debía ser una oración donde toda la comunidad (tanto fieles como sacerdotes) debía participar y ser testigo visual.
Para la jerarquía de la Iglesia Oriental, dicha reforma fue algo excesivamente rompedor de la tradición. Veían una degradación de lo sagrado en la eliminación del iconostasio, y terminó por separarse definitivamente en el cisma que se produjo poco después. Además, existían elementos políticos que lo propiciaron, como la decadencia de la hegemonía de Roma como capital de la Cristiandad tras caer en manos de pueblos bárbaros, frente a una poderosa Constantinopla que era entonces la más grande y cosmopolita urbe del mundo conocido.
En el siglo X, nacen las primeras obras del Románico, cuyo germen es la reforma monástica cluniacense del año 910, en la que un grupo de monjes benedictinos refundan su orden religiosa con el propósito de volver al espíritu original de la Orden de San Benito de Nursia (fundada en el 529 en Montecasino, Italia).
Posteriormente, en el norte de Italia, en la Lombardía de los siglos XI y XII, este estilo va evolucionando hacia una arquitectura y unas artes pictóricas más avanzadas. En la Venecia de esta misma época se construye la actual Basílica de San Marcos, colosal edificio de planta de cruz griega donde impera el modelo bizantino tanto en la fisonomía estructural, como en la ornamentación de mosaicos dorados.
Basílica de San Marcos (vídeo sin narración): HAZ CLIC AQUÍ.
El Románico lombardo se extiende rápidamente por toda Europa y llega a Cataluña y Aragón a finales del siglo XI. Destaca tanto por su esbelta torre campanario de estilo lombardo, como por los excelentes frescos del interior, la Iglesia de San Clemente de Tahull en el Pirineo leridano, conocida por su majestuoso Pantocrátor.
Fotografía del Pantocrátor: HAZ CLIC AQUÍ.
Foto del exterior de San Clemente de Tahull: HAZ CLIC AQUÍ.
El Románico, ya tardío, sigue expandiéndose en el siglo XII (e incluso en el siglo XIII) por el norte de España, alcanzando un gran desarrollo en los reinos de Castilla y León. Destacan la Real Colegiata de San Isidoro de León (y su panteón real), la Catedral de Zamora, las iglesias románicas de la ciudad de Segovia, el monasterio de Santo Domingo de Silos (provincia de Burgos), la ruta del románico palentino...
Colegiata San Isidoro de León (Auriga del Arte): HAZ CLIC AQUÍ.
El Románico y el Gótico son los dos grandes estilos artísticos europeos que unifican a la Europa Medieval. Tanto en la arquitectura románica como en la gótica el material constructivo empleado para levantar tanto los templos como los castillos era la piedra. Esta era la tipología de la gran mayoría de construcciones, pues estas eran las prioridades de aquellas sociedades: la defensa de los territorios y el culto a Dios.
La arquitectura románica toma su nombre de Roma, pues sus técnicas constructivas se basan principalmente en la herencia de la Roma clásica. Se caracteriza por ser predominantemente rural y por tener como patrones constructivos fundamentales el empleo de gruesos muros con pocos y estrechos vanos (ventanas) y grandes contrafuertes como elementos sustentantes. Su ornamentación es muy austera y los interiores son oscuros por la escasez de ventanas. Su fisonomía es fácilmente reconocible por todas estas características y por el empleo de arcos de medio punto y bóvedas de cañón (prolongación tridimensional del arco de medio punto).
Monasterio de Silos (su sitio web): HAZ CLIC AQUÍ.
Catedral de Zamora y el Románico zamorano: HAZ CLIC AQUÍ.
Románico de la ciudad de Segovia: HAZ CLIC AQUÍ.
Románico-mudéjar de Cuéllar (Segovia): HAZ CLIC AQUÍ.
Como ya vemos en el último de los enlaces, en el Románico castellano se da algo único, su fusión con lo mudéjar que recoge la tradición constructiva y ornamental andalusí. Y esta fusión mudéjar se da con todos los estilos constructivos. De hecho, en Sevilla, podemos verlo en combinación con la arquitectura renacentista (Casa-Palacio de Pilatos), barroca (Iglesia del Convento de Santa María de Jesús), o con el eclecticismo historicista del regionalismo andaluz de principios del siglo XX (Plaza de España). También hay otros lugares de España donde los monumentos mudéjares son protagonistas, destacando entre ellos la Teruel medieval.
Arquitectura mudéjar (breve vídeo didáctico): HAZ CLIC AQUÍ.
Arquitectura mudéjar (vídeo extenso): HAZ CLIC AQUÍ.
Mudéjar en la ciudad de Sevilla (tema 5): HAZ CLIC AQUÍ.
Gótico-mudéjar en la ciudad de Sevilla (tema 6): HAZ CLIC AQUÍ.
Real Alcázar de Sevilla (Auriga del Arte): HAZ CLIC AQUÍ.
Mudéjar de Teruel (Los Pilares del Tiempo): HAZ CLIC AQUÍ.
Tras el Románico (siglos XI-XIII), viene el Gótico (ss. XIII-XVI). La arquitectura del Gótico tiene su origen en la arquitectura del primer monasterio del Císter en la localidad francesa de Saint-Nicolas-lès-Cîteaux, que tenía bóvedas y arcos apuntados u ojivales. En los monasterios que seguían estas nuevas reglas cistercienses, la observancia de las normas monacales era aún más estricta que la de la Orden de Cluny. El Císter experimentó un crecimiento considerable en toda Europa gracias al empuje del carismático monje borgoñón Bernardo de Claraval (1090-1153), doctor de la Iglesia e impulsor espiritual de la Orden del Temple y de las Cruzadas a Tierra Santa.
Aunque, en sus orígenes, el Gótico era sumamente austero, poco a poco fue evolucionando hacia unas geometrías muy sofisticadas. Los muros descargan el peso en unos refuerzos externos llamados arbotantes que tienen unos remates (pináculos) que con su peso los afianzan aún más. Numerosos pilares sustentan las bóvedas en las catedrales góticas que van aumentando sus dimensiones hasta ser colosales montañas de piedra. Todo un gran sistema de soportes dan solidez a la estructura y conforman un gran esqueleto que permite la apertura de grandes vanos que se adornan con vidrieras, por lo que el interior de los templos góticos se llenan de luz, por lo que es como si se llenaran de divinidad, porque en el Evangelio se afirma que Dios es Luz.
En el Gótico se buscaba que las catedrales fueran como una prefiguración de la Jerusalén celestial. Esta búsqueda de lo divino en la contemplación visual de la belleza artística contrasta con la penumbra del Románico en la que se buscaba el diálogo con Dios en el recogimiento interior. Hay que puntualizar que, aunque en los templos góticos, hay una finalidad catequética, esta no es la prioridad. La arquitectura de los edificios sagrados era, fundamentalmente, una ofrenda a Dios. Por eso, no se concibe como una obra para el ojo humano, sino para que Dios lo vea. Esa es la explicación de que hubiera tantísimos detalles y filigranas que estaban fuera del alcance de la vista.
De entre los monumentos del Gótico medieval, destacamos la Catedral de Sevilla, el templo gótico más grande del mundo. Ese derroche de Arte Sacro de los retablos del plateresco que hemos comentado se da en su Retablo Mayor, el más grande del mundo.
El Retablo Mayor de la seo hispalense fue comenzado por el escultor hispanoflamenco Pedro Dancart en 1481. Está considerado el mayor retablo de la cristiandad, con 26 metros de alto, 18 metros de ancho, 5 metros de profundidad y más de 400 m2 de superficie. Se describe un pasaje evangélico en cada una de las 44 divisiones rectangulares (llamadas capillitas) en cuyo interior hay más de 200 imágenes. Si sumamos a estas las esculturas de las entrecalles se contabilizan más de mil figuras, todas ellas distintas. Todas estas tallas son de nogal y castaño. Por todo esto, algunos lo denominan "El evangelio de madera más grande del mundo".
Se lee por filas horizontales llamados cuerpos y de abajo hacia arriba, y la que se lee de arriba hacia abajo es el cuerpo central que es un poco más ancho que el resto.
Las figuras van creciendo de tamaño de abajo hacia arriba, para mantener una perspectiva visual coherente; y la razón de tanto detalle, como hemos comentado ya, es pensando más que en el ojo humano, en el ojo divino. Es decir, que el fin prioritario era, sobre todo, hacer una ofrenda para agradar a Dios y, en un muy segundo lugar, hacer una catequesis.
El Gótico en la Catedral de Sevilla (tema 7): HAZ CLIC AQUÍ.
El Gótico en su época final derivó hacia una gran sofisticación y una tremenda multiplicidad de elementos ornamentales. Las necesidades catequéticas del Concilio de Trento obligaron a una vuelta a la austeridad.
CONTRARREFORMA: RENACIMIENTO Y BARROCO
La Contrarreforma fue una corriente espiritual del Catolicismo que nació con el Concilio de Trento (1545-1543) cuyo fin era combatir el ataque que recibió por parte de Lutero, cuya nueva doctrina se gestó en sus obras publicadas entre 1529 y 1537. Destacando de entre todas ellas los Artículos de Esmalcalda. Sus argumentos arremetían contra la gran mayoría de los dogmas de Fe. En la doctrina de Lutero todos los Sacramentos fueron abolidos, excepto el Bautismo y no se cree en la Presencia Divina encarnada en el Pan Eucarístico, sino que dicha Presencia está en la celebración del acto comunitario de la celebración religiosa entorno a la Palabra de Dios.
El principal eje doctrinal de las enseñanzas de Lutero era que su creencia en que la salvación del alma humana solo era fruto de la Fe, a la que desvinculaba totalmente de su correspondencia con las buenas obras, llegando incluso a afirmar en una carta que escribe a su discípulo Melancthon lo siguiente: “…Deus non facit salvos fictos peccatores. Esto peccator et pecca fortiter, sed fortius fide et gaude in Christo.” (“Dios no salva a los pecadores fingidos. Sé pecador y peca más fuertemente, pero cree fuertemente y alégrate en Cristo.”). No se puede decir, por tanto, que Lutero predicaba la austeridad, sino justo lo opuesto, los excesos morales no eran mal vistos, pues no impedían la salvación del alma del creyente en su nueva religión.
En un principio, la Iglesia Católica no prestó demasiado interés a Lutero y se pensó que sería una simple voz disidente sin mayores consecuencias. Inteligentemente, Lutero movió ficha buscando apoyo en la nobleza afirmando que los poderes civiles debían estar por encima del poder de la Iglesia y que los príncipes alemanes debían rebelarse contra el Emperador de Austria, Carlos V, que sometía al pueblo al yugo de Roma, a la que criticaba de ser la gran ramera, la urbe donde reinaba la corrupción y que vendía el cielo a cambio de dinero con las bulas papales.
Con esta estrategia el predicador supo ganarse el apoyo de una grandísima parte de la nobleza alemana, que vio en esto una ocasión para menoscabar la autoridad del emperador y engrandecer su poder y daba una justificación religiosa a su opulencia y corrupción moral. Lo cual contradecía su critica a Roma, siendo él mismo un vendedor del cielo al mejor postor, con un credo a medida de las exigencias de sus patrocinadores.
En aquella sociedad, aún muy medieval, cuando un príncipe o rey adoptaba un credo, le seguía todo el pueblo vasallo. Eso ocurrió con el protestantismo y con el anglicanismo en el siglo XVI.
Esta escisión de una gran parte de la Cristiandad fue tremendamente rupturista no solo en la separación con la jerarquía eclesiástica como ocurrió con la Iglesia Ortodoxa Oriental, sino que la divergencia en lo dogmático era abismal.
La Iglesia Católica vio urgente la necesidad de reevangelizar la Cristiandad con catequesis eficaces con un potente lenguaje visual y se creó una estética más austera: el Renacimiento, pero con el tiempo se valoró más la efectividad de las escenas más dramáticas y elaboradas con resultados que, quizás, podrían considerarse el germen de la cultura cinematográfica: el Barroco.
El Concilio de Trento dictó una serie de cánones para que las artes musicales y las obras de arte arquitectónicas, pictóricas y escultóricas dieran un mensaje más claro, que llegara mucho más a todos los públicos. Tenían que ser fácilmente entendibles para cualquier persona. Por eso, en un principio se optó por una simplificación de los estilos. En música se dejaron de lado las complejas polifonías del Gótico francés a cinco o seis voces, y se volvió a la monodia (canto de una sola voz, es decir, de una sola melodía vocal). En arquitectura se desterró la complejidad escénica del Plateresco, estilo de transición entre el Gótico final y el Renacimiento.
En el Plateresco, los retablos y las decoraciones del exterior de los edificios tenían tal profusión de escenas que el espectador quedaba confundido ante tal multiplicidad de motivos decorativos y narrativa visual. Por ejemplo, en el Retablo Mayor de la Catedral de Sevilla, el mayor de toda la Cristiandad. Se pasó abruptamente del detallismo del Plateresco a la extrema sobriedad de los estilos de Palladio en Italia y de las líneas herrerianas en la España de Felipe II.
Los retablos, según Trento, debían de tener una arquitectura sencilla, con pocas divisiones y con grandes espacios donde colocar grandes cuadros o esculturas que impactaran visualmente. Este rigorismo de austeridad estética se fue perdiendo al poco tiempo, pues se vio que eran más atractivas e impactantes las escenas con mayor riqueza narrativa y las decoraciones más sofisticadas.
En la ciudad de Sevilla tenemos muchos monumentos del Renacimiento, del Manierismo (época de transición) y del Barroco. En todas estas arquitecturas hay una vuelta a los patrones estéticos del Mundo Clásico. Poco a poco, al avanzar hacia el Barroco, se van rompiendo las líneas más puristas del Renacimiento y se va dando paso a una explosión de formas que crean una mayor teatralidad escenográfica de gran impacto visual. En su último hálito, el Barroco se desborda en el horror al vacío (horror vacui) del Rococó. Tras lo cual, el péndulo de las corrientes estéticas vuelve al otro extremo de la sencillez y austeridad del Neoclasicismo.
Gótico tardío y Renacimiento en Sevilla (tema 11): HAZ CLIC AQUÍ.
Manierismo y primer Barroco en Sevilla (tema 14): HAZ CLIC AQUÍ.
El apogeo del Barroco en Sevilla (tema 15): HAZ CLIC AQUÍ.
El Neoclasicismo sevillano (tema 18): HAZ CLIC AQUÍ.
SEVILLA ES MUY BARROCA
En Sevilla el impacto del Barroco fue tal, que la ciudad se identifica plenamente con este estilo y siempre ha perdurado su estética en épocas posteriores. Dentro de la arquitectura barroca sevillana destaca la figura de Leonardo de Figueroa, autor del Palacio de San Telmo (hoy Palacio Presidencial de Andalucía), La Iglesia de San Luis de los Franceses, la Iglesia del Salvador, la Iglesia de la Magdalena, la Capilla Sacramental de la Iglesia de Santa Catalina y la Iglesia de Nuestra Señora del Buen Suceso. También debemos mencionar a su hijo Matías, quien continuó muchas de las obras de su padre y fue autor de la Iglesia de San Jacinto y de la reforma tardobarroca de la Iglesia del Hospital de Nuestra Señora de la Paz (en la Plaza del Salvador).
Iglesia de San Luis de los Franceses (fotografías): HAZ CLIC AQUÍ.
¿Cuál es la diferencia entre Renacimiento y Neoclasicismo?
Ambos estilos parten del mismo principio estético de una vuelta a los modelos clásicos y comparten con estos una austeridad de elementos ornamentales. La diferencia entre ambos estriba en el modo de reinterpretar el conjunto estructural. El Renacimiento es más creativo, pues toma los elementos básicos constructivos y ornamentales de las edificaciones clásicas en general para combinarlo en nuevas estructuras. El Neoclasicismo es mucho más purista e imita la totalidad o una parte significativa de un edificio concreto que se toma como modelo y que se reproduce con pocos cambios. Normalmente, se toman como modelos neoclasicistas el Partenón de Atenas y el Panteón de Roma.
ARQUITECTURA DE LOS SIGLOS XIX Y XX
En la Europa del siglo XIX, surgen las identidades de nuevas naciones como Alemania e Italia. En las naciones ya existentes se buscan símbolos del orgullo patrio para reivindicar su glorioso pasado y, así, crear vínculos de pertenencia entre toda la población cuyo fin es evitar el desmembramiento de la unidad territorial por la fuerza centrípeta de otros nacionalismos independentistas. Todo esto desemboca en un espíritu romántico de ensalzamiento de todos aquellos valores histórico-artísticos que definen un sello identitario.
Sevilla, durante el siglo XIX, al igual que todas las grandes ciudades de España en aquella época es escenario de cruentas guerras contra el invasor francés y de otras sangrientas guerras fratricidas fruto del auto-odio de las Revoluciones liberales. Fue ese auto-odio lo que destruyó a aquella España decimonónica que, justo antes de la invasión francesa de 1808, alcanzó su máxima extensión territorial (unos 20 millones de kilómetros cuadrados). Consecuencia de aquello, los esfuerzos constructivos se dirigieron principalmente hacia la urbanización y reconstrucción o rehabilitación de edificios.
En el edificio del Ayuntamiento de Sevilla, Balbino Marrón hace una nueva fachada neoclasicista (muy tardía), la que da a la Plaza Nueva, y Demetrio de los Ríos le da continuidad a la estética plateresca en la fachada de la Plaza de San Francisco, labor que se prolongó hasta los años 70 del siglo XX.
Del siglo XIX, son numerosas plazas del centro de Sevilla, que hasta entonces apenas gozaba de estos espacios. Curiosamente, la Alameda de Sevilla, urbanizada con su actual fisonomía en el siglo XVII, fue el primer jardín público en Europa. Existían muy poquitas y muy pequeñas plazas como la que daba a la fachada de la Casa de Pilatos, o la que daba al Palacio de los Ponce de León. Balbino Marrón recibe el encargo del Ayuntamiento de dotar a la ciudad de plazas en los solares o en zonas con construcciones en mal estado de conservación. El resultado de ello fue la creación de las plazas de San Leandro, la Magdalena, la Concordia, la del Museo de Bellas Artes, la del Cristo de Burgos y la Plaza Nueva.
En el cambio del siglo XIX al XX, la ciudad empieza a resurgir con cierta pujanza. De estas fechas (1895-1908) es la construcción del antiguo Palacio de Justicia, que sustituyó a la Real Audiencia de Grados. Su arquitectura es de estilo historicista neoherreriano. En el piso superior se ve claramente que toma como modelo la arquitectura de Antigua Casa Lonja de Mercaderes.
Interior (360º) del antiguo Palacio de Justicia: HAZ CLIC AQUÍ.
Fotografía de la fachada del edificio: HAZ CLIC AQUÍ.
ARQUITECTURA MODERNISTA (siglos XIX y XX)
En la Bélgica de finales del siglo XIX, nace esta corriente estética arquitectónica que se extiende rápidamente por Francia y por toda Europa, llegando incluso a desarrollarse en Sudamérica (Buenos Aires y Montevideo). Tiene como principio la ruptura con todos los modelos estéticos anteriores para buscar la belleza arquitectónica en innovadores diseños geométricos (curvas ovaladas) que juegan con la simetría y la asimetría. El protagonismo de nuevos elementos constructivos como el hormigón armado (Gaudí), el acero (Eiffel) o la combinación de cristal y acero (arquitectura victoriana inglesa).
En Sevilla tenemos algunos edificios modernistas. Destaca entre ellos la Casa para Laureano Montoto, obra de Aníbal González, construida en 1906.
Artículo y fotos de la Casa de Laureano Montoto: HAZ CLIC AQUÍ.
Fachada de la Casa de Laureano Montoto: HAZ CLIC AQUÍ.
Fachada de la Casa de Laureano Montoto: HAZ CLIC AQUÍ.
EL REGIONALISMO ANDALUZ
Esta corriente arquitectónica tiene su época dorada en que fusiona el Eclecticismo y el Historicismo. El Eclecticismo se define como la combinación de distintos estilos arquitectónicos del pasado para formar algo nuevo. Es un concepto distinto del Historicismo, el cual reproduce un estilo histórico como se ve en las arquitecturas neoclásicas, neogóticas, neorrenacentistas, neobarrocas.
El regionalismo andaluz toma todos los anteriores modelos y los combina con una fuerte impronta neomudéjar. Aníbal González llega, incluso, a fusionar las geometrías del modernismo (fácilmente visible en el hierro forjado) con elementos típicamente sevillanos (bicromía rojo-amarillo y empleo del ladrillo visto con geometrías de inspiración Mudéjar) en las viviendas para Juan de la Rosa (c. Luis Montoto, 3-5).
El Regionalismo andaluz se da, principalmente, en la ciudad de Sevilla. Aníbal González es la máxima figura del Regionalismo, que destaca por la genialidad de unos diseños que son, a la vez, pioneros y perfectamente reconocibles como genuinamente sevillanos.
Aníbal González (tema 28): HAZ CLIC AQUÍ.
Edificios regionalistas de Sevilla (pdf): HAZ CLIC AQUÍ.
Edificios modernistas en Sevilla: HAZ CLIC AQUÍ.
Regionalismo e industria en Sevilla: HAZ CLIC AQUÍ.
Regionalismo en el Nervión sevillano: HAZ CLIC AQUÍ.
Documental: "Tras las huellas de Aníbal González" (26:15)
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